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Saúl derrotó a Amalec desde Javilá hasta la entrada de Sur, en la frontera de Egipto. Capturó vivo a Agag, rey de Amalec, y exterminó a todo el pueblo a filo de espada. Pero Saúl y el ejército perdonaron la vida a Agag y a las mejores ovejas y vacas, a las terneras y a los corderos, es decir a todo lo valioso, y no quisieron consagrarlo al exterminio. En cambio sí aniquilaron todas las cosas inútiles y sin valor.

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